Ubicada en un hermoso pueblo cerca de la Sierra de Guadarrama, esta antigua casa de fin de semana, rodeada por un hermoso jardín y con pequeñas construcciones de servicio, presentaba los deterioros y patologías comunes en todas aquellas viviendas que no se han mantenido a lo largo de los años. La vivienda, que había sido construida originariamente en 1960 con unos imponentes muros de carga de granito y cubierta de pizarra, había resistido las inclemencias del tiempo con dignidad en su exterior, pero presentaba un interior totalmente inhabitable, además de desactualizado: no contaba con forjado sanitario o cámara alguna que separara el suelo del terreno, por lo que la humedad había producido unos abombamientos importantes y roturas de la solera, además de constituir un puente térmico insostenible para una economía familiar; las paredes no contaban con ningún aislamiento, las carpinterías de madera con vidrios sencillos tampoco eran suficientes para las inclemencias del clima segoviano; la cubierta de madera necesitaba ser impermeabilizada y reparada. Además, todas las instalaciones se habían quedado obsoletas, desde el sistema eléctrico hasta la climatización con caldera de gasoil de toda la vida. El proyecto nace de la necesidad de transformar la antigua casa en una vivienda eficiente de uso de fin de semana, así como de la voluntad de los clientes de crear un hogar luminoso, moderno y acogedor, completamente opuesto a la situación de partida de la vivienda. Es por ello que el proyecto se aborda desde dos perspectivas complementarias: por un lado una reforma constructiva intensa; por el otro, la creación de un ambiente con estilo rústico minimalista, en el que se rescatan los elementos más significativos y tradicionales de la antigua vivienda, para darles un segundo uso, yuxtapuestos a una geometría limpia, clara y luminosa. Se realiza un picado completo del suelo y de la solera y se excava a fin de introducir una cámara de aire mediante el sistema Cavity, ideal para reformas de este tipo. Se calcula una nueva instalación de saneamiento, que se introduce en la cámara bajo suelo, así como una nueva red de fontanería. Se sanean las paredes y se sellan las uniones entre forjado y muros con el sellado específico de passivehouse, a fin de mantener la energía térmica en el interior de la vivienda. Se trasdosa la envolvente vertical con lana de roca, y se sustituyen las carpinterías antiguas por ventanas nuevas de pvc con una baja transmitancia y vidrio de tres cámaras de argon. Se coloca un falso techo para conducir las instalaciones eléctricas y de fontanería, además de servir para empotrar focos e iluminación indirecta. Se aísla la cubierta y se impermeabiliza, y se reparan as vigas de madera en mal estado. Por otro lado, se cambia la distribución para albergar un salón grande y luminoso, conectado con la cocina mediante una celosía de vidrio y madera en blanco, que permite la comunicación visual pero una separación de olores y funciones. La antigua chimenea, imponente y preciosa, se rehabilita mediante la introducción de un insert, y se sella el tiro para impedir la pérdida energética. Además, se diseña un mueble simétrico con hornacinas, que no compite con la chimenea, sino que dirige la vista del usuario hacia ella. Se recuperan vigas antiguas de madera, que se disponen en el techo para marcar la diferenciación de rincones. Se elige un suelo de madera clara tras estudiar la incidencia solar en el interior de la vivienda y potenciar la reflectancia lumínica, a fin de transformar un interior lúgubre en uno luminoso y desahogado. Se rehabilitan los antiguos radiadores de hierro y se elige una paleta cromática reducida, en tonos blancos, crudos y maderas naturales, para no sobrecargar con texturas una vivienda que es espacialmente elegante. Por último, se rehabilita el porche, así como las construcciones anexas, que se reconvierten en cuarto de ondulaciones, garaje y cenador.