Dominando un pequeño y aislado pueblo de la provincia de Segovia, esta majestuosa y predominante construcción en adobe y madera, data del siglo XIX. La reforma integral busca, no sólo rescatar aquellos elementos de valor arquitectónico o reminiscentes del pasado de la antigua casa y potenciarlos mediante una atmósfera geométrica, luminosa y de estilo minimalista, sino también resolver a nivel espacial y arquitectónico una vivienda laberíntica y oscura, fruto de las sucesivas ampliaciones que se realizaron a lo largo de la historia.

La antigua vivienda, que contaba con casi 500 m2 en planta baja (y otros 400 en el bajocubierta), se caracterizaba por un denso entramado interior, fruto de las progresivas ampliaciones que se realizaron a lo largo de los años, que fueron sucesivamente envolviéndose, fagocitándose y dejando en su interior estancias sin luz, alcobas de paso, habitaciones a las que se llega a través de pasillos interminables, pasadizos…
Además, existe un desnivel natural de 70 centímetros de oeste a este, y la vivienda se había amoldado a él mediante plataformas escalonadas, convirtiéndose así en un laberinto tridimensional. Todo ello estaba sustentado por enormes vigas troncoidales, de incluso 14 metros de longitud, carcomidas por xilófagos y coleópteros. Un jardín interior reconducía el agua que se filtraba del terreno mediante albercas y contaba con un pozo de 12 metros para la extracción de agua.

La idea nace tanto de la necesidad de luz en el interior de la vivienda, como por respuesta a las restricciones urbanísticas del municipio y a la voluntad de los propietarios de respetar los muros perimetrales de adobe (ideales para viviendas eficientes debido a su gran inercia térmica). Se propone una distribución en anillo, donde las funciones distan del centro según su grado de intimidad. La altura de los anillos funcionales sigue la misma lógica: el espacio más alto se encuentra en el centro y el anillo exterior cuenta con la altura más baja. Es así como el salón preside el centro de la vivienda a modo de un luminoso y gran patio interior con luz cenital, que desciende de unos lucernarios situados en los altos techos ; una galería porticada de planta circular y de altura menor lo rodea, y da paso al último anillo, que acoge los diversos dormitorios en suite con vistas al exterior; la cocina, en escorzo desde el salón a través de los pilares, ocupa un gajo entero y se asoma al jardín.
Se recuperan elementos preexistentes como las vigas de madera y el adobe, y se incrementa su carácter rústico y tradicional mediante la yuxtaposición de una arquitectura geométrica, minimalista y de tonos neutros, que pretende ser telón y no protagonista. Es así como el espacio, esculpido por la luz, cobra importancia y reinterpreta la tradición de la preexistencia.

La estructura de madera ha de desmontarse para poder tratarla y repararla de todas sus patologías, descartando las piezas en mal estado y sustituyéndolas por nuevas para reutilizarlas con funciones distintas a las del pasado. Se realiza también un forjado sanitario mediante sistema Cavity, que permite separar el suelo del terreno para albergar instalaciones y reducir la perdida energética. Se trasdosan los muros perimetrales con aislante de alta densidad, así como también el suelo. Para reducir costes, se realiza una nueva cubierta mediante panel sandwich con acabado en lamas de madera, y se utilizan acabados naturales, con compuestos de cal y revocos, así como madera natural.

La eficiencia energética se optimiza gracias al sellado Passivehouse, el aislante calculado para este emplazamiento en concreto, la apertura de grandes huecos para fomentar la captación solar, la utilización de ventanas de la mejor calidad y con transmitancias muy reducidas, así como el uso de placas fotovoltáicas (que aprovechan la extensa superficie de cubierta y sus varias orientaciones) y suelo radiante. El agua del pozo, no potable según los análisis de toxicología, se reconduce al jardín, para servir al llenado de la piscina y al riego